martes, mayo 04, 2010

Inicio Temporada 2010

Inicio de Temporada en Pilar. Caceria de Perdices
Cazadores:
  • Martin Cattena - Iga Gaucha Miura I 12-70
  • Sebastian Quittard - Iga Gaucha Miura I 12-70
  • Jose Larivey - Gomera Sole 16-70 (muy efectiva de mañana), segun datos aportados por Cattena.
  • Perro raza Spagnel Breton-puro olfato.
Total de Piezas abatidas en la Jornada: 30.






Corazon Roto..

Felicitaciones a Sebastian Vino por su Segundo Padrillo y va por mas..
Con un certero tiro al Corazon - CZ 30-06 - 165 grains.

La mismidad de la caza por Ortega y Gasset

Texto de José Ortega y

Texto de José Ortega y Gasset. "La mismidad de la caza" (1)

Caza: especie superior se apodera de otra inferior.

Caza es lo que un animal hace para apoderarse, vivo o muerto, de otro que pertenece a una especie vitalmente inferior a la suya.

Superioridad sólo relativa.

Viceversa, esa superioridad del cazador sobre la pieza no puede ser absoluta si ha de haber caza. Aquí es donde empieza el asunto a ser de verdad sutil e interesante.

Posibilidad de escapar del animal que se pretende capturar.

No se olvide que hablamos ahora no sólo de la caza deportiva, sino de toda venación, de la humana como de la infrahumana. Pues bien, para que se produzca genuinamente ese preciso acontecimiento que llamamos cacería es menester que el animal procurado tenga su chance, que pueda, en principio, evitar su captura; es decir, que posea medios de alguna eficacia para escapar a la persecución, pues la caza es precisamente la serie de esfuerzos y destrezas que el cazador tiene que poner en ejercicio para dominar con suficiente frecuencia los contramedios del animal objeto de ella. Si no existiesen éstos, si la inferioridad del animal fuese absoluta, las actividades venatorias no tendrían ocasión de dispararse o, lo que es igual, no existiría el peculiar hecho de la caza. Cuando opongo al animal cazador el cazado, entiendo el buscado y perseguido, que puede muy bien no ser logrado.

El "acto de cazar" no implica captura de presa.

No es esencial a la caza que sea lograda. Al contrario, si el esfuerzo del cazador resultase siempre, indefectiblemente afortunado, no sería esfuerzo de caza, sería otra cosa.

El cazador puede "volver de vacío".

A la eventualidad o chance (2), por parte de la pieza, de escapar al cazador corresponde, por parte de éste, la eventualidad de rentrer bredouille (3). Toda la gracia de la cacería está en que sea siempre problemática. (4)

Cazador y cazado: diferencia vital algo "equilibrada".

La especie cazadora y las cazadas tienen, pues, que hallarse entre sí a una distancia muy determinada en la escala zoológica. Ni más acá ni más allá de esa distancia vital puede suscitarse entre ellas la relación venatoria. Como he dicho, no se caza al superior, o al casi igual, pero tampoco al demasiado inferior, porque éste no puede entonces tener "su juego".

El hombre cazador "da oportunidades" -de escape- al animal cazado.

Está en un error el deportista si cree que es él quien ha inventado "dejar su juego" al animal por pura gentileza de Caballero de la Tabla Redonda. Sin duda que el hombre abre ese margen a la bestia deliberadamente y por propia voluntad. Podría aniquilar de modo fulminante y facilísimo la mayor parte de las especies animales, por lo menos precisamente esas que se complace en cazar.

Imposición voluntaria de periodos de veda.

Lejos de hacer esto, contiene su poder destructor, lo limita y regula -el veto, por excelencia, es la veda-; se esfuerza en asegurar la vida de las especies y, sobre todo, en el trato venatorio con ellas las deja, en efecto, su juego. Pero con esto último no hace sino imitar a la Naturaleza. Porque la caza infrahumana es ya por sí ese juego y de otro modo no sería caza. De suerte que si el hombre desea cazar no tiene más remedio, quiera o no, que hacer esa concesión al animal. Por eso digo que no es en él pura gentileza Si no lo hiciera, no sólo destruiría a los animales, sino que destruiría, de paso, el cazar mismo que le ilusiona.

El hombre cazador renuncia a su total superioridad sobre el animal cazado.

Hay, pues, en la caza como deporte una libérrima renuncia del hombre a la supremacía de su humanidad. Ésta es su consubstancial elegancia. En vez de hacer todo lo que como hombre podría hacer, liga sus excesivas dotes y se pone a imitar a la Naturaleza; es decir, que por su gusto retrocede y reingresa en ella.

La caza como deporte grato.

Tal vez sea éste un primer atisbo de por qué es para el hombre tan grande delicia cazar.

Apoyo léxico

Viceversa. Al contrario.
Absoluta. Ilimitada, sin restricción alguna.
Sutil. Agudo, perspicaz, ingenioso.
Venación. Acción de cazar.
Genuinamente. Propiamente.
Procurado. Que se pretende conseguir.
Venatoria. Relativa a la caza.
Indefectiblemente afortunado. Que no puede dejar de ser acertado.
Fulminante. Muy rápido y de efecto inmediato.
Veto. Acción y efecto de vedar (impedir una cosa).
Veda. Espacio de tiempo en que está prohibido cazar (o pescar).
Ligar. Contener.
Dotes. Capacidades apreciables de una persona.
Atisbo. Conjetura.

Resumen del texto de Ortega y Gasset

Según Ortega y Gasset, la caza es el conjunto de habilidades a las que un animal recurre para intentar apoderarse de otro que es vitalmente inferior en la escala zoológica. No obstante, para que exista propiamente caza es necesario que la inferioridad de éste no resulte total y absoluta en relación con el animal cazador y que, por tanto, pueda evitar su captura. No es, por ello, primordial en la caza que la pieza sea lograda y, de hecho, no siempre los esfuerzos del cazador se ven recompensados con la captura de la presa. Sólo en estas circunstancias se puede, pues, hablar de la caza como el cúmulo de esfuerzos y destrezas con que el cazador pretende neutralizar los que exhibe el animal para evitar ser cazado.

La caza entendida como deporte implica el sometimiento del hombre a ciertas reglas que garantizan la supervivencia de las especies; entre ellas, la prohibición de cazar en determinados periodos de tiempo, así como la autolimitación de su capacidad destructora, controlando libremente su superioridad sobre ellas, lo que convierte a la caza en una actividad de lo más placentera.

Comentario explicativo del texto de Ortega y Gasset

Localización del texto
El ensayo de Ortega y Gasset titulado Sobre la caza sirve de prólogo a Veinte años de caza mayor, por el conde de Yebes (Madrid, Espasa-Calpe, 1943). De las diez partes de que consta el ensayo, el fragmento reproducido corresponde a la cuarta, que lleva por título "La mismidad de la caza".

Precisión designativa
Todos tenemos un concepto más o menos vago de lo que es la caza: la búsqueda o seguimiento de muchas clases de animales para cobrarlas o matarlas. Ortega y Gasset quiere, sin embargo, penetrar en la esencia misma de la caza; y, de ahí, el título del texto -"La mismidad de la caza"-, destinado a reflexionar filosóficamente sobre todo aquello que singulariza y distingue a la práctica cinegética, que puede llegar a convertirse en un placentero deporte.

Comienza Ortega y Gasset el texto situando la tesis -su concepto de caza- al comienzo del mismo, en el primer parágrafo; y en ella se contemplan ya los dos aspectos que el filósofo considera inherentes a la caza: que el animal perseguido pertenezca a una especie vitalmente inferior a la del animal cazador; pero que dicha inferioridad sea lo suficientemente relativa como para permitirle escapar a su captura. A partir de aquí -y ya en el segundo parágrafo-, Ortega y Gasset justifica por qué no es primordial en la caza que la pieza sea lograda: si las actividades cinegéticas implicaran siempre y en cualquier circunstancia la captura de las presas, quedarían desnaturalizadas, pues se pondría de manifiesto la imposibilidad del animal cazado para escapar. Por lo tanto, el animal cazado debe disponer de la posibilidad de burlar al animal cazador; en la misma medida en que este también ha de correr el riesgo de "regresar de vacío" de una jornada de caza, sin haber capturado presa alguna.

En el tercer parágrafo justifica Ortega y Gasset por qué la caza puede resultar para el hombre -convertido, así, en animal cazador- un agradable deporte: precisamente porque renuncia a hacer uso de la superioridad que como ser racional tiene sobre las especies que habitualmente caza, y les da ocasión para exhibir aquellas habilidades que les posibiliten ponerse a salvo.

Uno de los aspectos del texto que no puede pasar desapercibido es el dominio absoluto que Ortega y Gasset tiene del léxico, un léxico que pertenece al registro culto de la lengua, y que no rehuye los galicismos cuando la necesidad de precisar los conceptos así lo aconsejan. En este sentido, consideramos todo un acierto expresivo las frases con que finalizan el segundo parágrafo: "A la eventualidad o chance, por parte de la pieza, de escapar al cazador corresponde, por parte de éste, la eventualidad de rentrer bredouille. Toda la gracia de la cacería está en que sea siempre problemática." Y es que, en efecto, tan problemática debe ser la caza para el animal cazado que lucha por evitar su captura, como para el animal cazador que puede quedarse sin presa. Y ahí radica "la gracia" de toda cacería: en un "juego de habilidades" de incierto final, tanto para el animal cazador como para el cazado. Y es este un componente esencial de la caza, tanto humana como infrahumana.

Y cuando Ortega y Gasset "justifica" la caza como "deporte humano", hace mucho hincapié en recalcar que el animal cazado debe contar con oportunidades para escapar a su captura, lo que implica que el hombre cazador renuncie a moverse en ese plano de superioridad que le garantizaría la consecución de la presa. Y para ello recurre a un lenguaje tajante, que le permite exponer con toda claridad su pensamiento: "Sin duda que el hombre abre ese margen -(le deja su juego)- a la bestia deliberadamente y por propia voluntad. Podría aniquilar de modo fulminante y facilísimo la mayor parte de las especies animales, (...). Lejos de hacer esto, contiene su poder destructor, lo limita y regula (...). Hay, pues, en la caza como deporte una libérrima renuncia del hombre a la supremacía de su humanidad".

Notas

(1) Texto reproducido en La caza y los toros. Madrid, editorial Espasa-Calpe, 1962. Colección Austral, núm. 1328; págs. 37-38.

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(2) Ortega y Gasset hace sinónima la voz francesa chance de la voz castellana eventualidad: hecho o circunstancia de realización incierta o conjetural.

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(3)"¿Hay en el vocabulario castizo de la caza una expresión que diga esto tan sabrosamente como lo dice la lengua francesa? Me interesaría averiguarlo". . La expresión rentrer bredouille puede traducirse al castellano por "volver con las manos vacías", es decir, sin haber capturado ninguna presa.

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(4) La letra cursiva viene marcada en el texto original por el propio Ortega y Gasset.

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